Porque en él vivimos, y nos movemos, y somos; como algunos de vuestros propios poetas también han dicho: Porque linaje suyo somos. Siendo pues, linaje de Dios, no debemos pensar que la Divinidad sea semejante a oro, o plata, o piedra, escultura de arte y de imaginación de hombres.
(Hechos 17:28-29)

El apóstol Pablo le estaba hablando en esta ocasión a los atenienses (Grecia); personas idólatras, con infinidad de dioses, y que tenían un altar con la inscripción: “Al Dios no conocido”; como decir en nuestros días, “es mejor que sobre”; además de ello, muchos que posaban de filósofos, otros eran estoicos (quienes procuraban evitar el placer y trataban de vivir en completa apatía y alejados de todo ello), y epicúreos (cuya filosofía era el egocentrismo, y al contrario de los estoicos, estos buscaban el placer, pero individual y veían en ello que todo era bueno); en conclusión, la mayoría de atenienses eran personas que les gustaba en todo momento disputar sobre dioses, filosofías y creencias de toda índole.

A este grupo enfrentaba Pablo en ese momento, cuando estaba disertando sobre el Señor Jesucristo, valiéndose de la oportunidad de hablar, sobre “el Dios no conocido”. Obviamente hubo muchas conversiones, no obstante también, muchos incrédulos que no admitieron lo de la resurrección de Cristo.

Hoy nosotros hemos tenido una oportunidad maravillosa de conocer del Señor, de hablar con Él a través de la oración, por todo esto debemos valorar nuestro tiempo, y entender que nada se le puede comparar a Él, que por su pura gracia y misericordia, nos hizo linaje suyo; medita en estos versículos y encuentra en ellos esa alegría de vivir en los caminos del Señor, ahora cuando se levantan tanta sectas y filosofías, tú y yo, hemos sido llamados a ser de la familia de Dios.

¡Gloria a Dios!

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